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Caballito, Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
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BIBLIOGRAFIA

jueves, 19 de agosto de 2010

TIEMPOS DE PRESION

Aunque se comenta insistentemente en muchos foros, lo cierto es que sigue habiendo mucha gente que no acaba de comprender en qué consiste exactamente lo de la aceleración de los tiempos actuales y su influencia en nuestras vidas, al menos, en nuestros psiquismos.

A la gente le es fácil reconocer un cierto desasosiego cuando sale el tema de los avances tecnológicos, especialmente los relacionados con la informática: ordenadores, internet, etc. Incluso se reconoce que la vida moderna está muy influída por los horarios y las prisas. Pero de ahí a reconocer y comprender que vivimos en una época en la que laaceleración creciente nos afecta significativamente, y que el efecto mayor se produce en nuestra estructura psicológica, hay un salto que muy pocas personas aciertan a explicar. Y estamos hablando de un cambio esencial en el «medio ambiente psicológico» que nos afecta profundamente a todos.

Si ustedes se fijan en las películas de los años 80 (y no digamos de los 70) observarán que tienen un ritmo más pausado que las actuales; tan pausado que casi nos parecen lentas. Eso no pasaba cuando las veíamos recien estrenadas. Pero sucede que ahora estamos habituados al ritmo frenético de los «video-clips», al «más todavía» en efectos especiales, planos por minuto, síntesis en los diálogos, etc.

Pero este indicador no es el único, ni mucho menos, en el que poder fijarnos. Revisemos un poco: Los medios de transporte (coches, autocares, aviones, trenes, barcos) compiten en ofrecernos más velocidad; los electrodomésticos ofrecen ahorro de tiempo (microondas, lavadoras, etc); en el mercado encontramos y consumimos multitud de productos pre-cocinados para ahorrar tiempo; los bancos ofrecen créditos en 24 horas; la sanidad pone como prioridad la eliminación de las listas de espera; proliferan los restaurantes de comida rápida (también llamados comida basura)... y así podríamos estar citando ejemplos todo el espacio de este artículo.

Pero además de la velocidad podemos experimentar otro tipo de aceleración. Revisemos este apartado: las empresas se instalan y se cierran en cuestión de días; la gente cambia de trabajo con mucha más frecuencia que antes; los barrios cambian de un año para otro; nuestros mismos vecinos también cambian; nos ofrecen novedades contínuas en todos los terrenos: nuevos productos alimenticios, nuevos tejidos, más canales de televisión, nuevos aparatos y sistemas de telefonía, más modelos de coches...

Y por si todo esto fuera poca cosa nos llega un volumen de información infinitamente mayor que hace unos años gracias a los avances en el terreno de los medios de comunicación. Toda esta información, todos estos cambios y toda esta carrera por conseguir las cosas en menos tiempo produce un efecto muy impactante sobre nuestra estructura psicológica. Para empezar, hoy en día nuestra percepción del tiempo es diferente: lo que para lagente de hace unos años era rápido, para la gente actual es lento. También cambia nuestra percepción del espacio: ciudades y países de esos llamados exóticos ahora están a 12 horas de avión.

Por otro lado, si antes una persona adulta se consideraba formada, ahora el periodo de formación se prolonga toda la vida. Nadie puede «dormirse» si no quiere quedarse fuera de juego. La experiencia como valor se ha reducido y en muchas ocasiones se considera un lastre más que una ventaja.

Todo este panorama (y hemos hecho un simple esbozo de una realidad aún más acentuada) produce en nuestro psiquismo, en el de todos nosotros, una especie de «tensión», casi de «crispación», que no todos pueden utilizar a su favor. En no pocas ocasiones tal crispación actúa como bloqueo y desencadena problemas psicológicos serios.

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