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Caballito, Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
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jueves, 19 de agosto de 2010

¿Por qué nos deprimimos los domingos?

Llega el atardecer del domingo y trae consigo una mezcla de nostalgia, desgano y resignación ante el comienzo de una semana repleta de actividades que no tenemos ganas de enfrentar. ¿A qué se debe esta sensación?, ¿hay alguna manera de evitarla?

Esta sensación de angustia que se hace presente sobre todo los domingos, tiene que ver con un rasgo característico de lo femenino: la insatisfacción. Cuando termina el fin de semana uno, en lugar de pensar en todo lo que hizo, se queja por lo que no logró y se queda pensando en lo que deseaba hacer y no pudo.

Durante la semana existe una demanda permanente del otro, ya sea de parte de la familia como del trabajo y cuando llega el tan preciado fin de semana uno tiende a llenarse de actividades y expectativas para cubrir las demandas propias que nunca llegan a cumplirse plenamente.

Aquí es donde aparece la cuestión de qué hacer con el tiempo de ocio, cómo manejarlo. Visitar a un amigo, salir con la familia, hacer un picnic en la plaza, ir al cine, leer, quedarse en el sillón mirando televisión, limpiar a fondo la casa, ir a la peluquería, organizar una cena, un asado al mediodía, salir a tomar algo a la noche... ¡son tantas actividades y tan poco el tiempo!

Muchas veces también juega en contra la demanda del otro durante el fin de semana. Entonces llega el domingo a su final y uno se pregunta ¿qué hice para mí?.

La clave está en adueñarse del propio tiempo y eso implica ser conciente de que éste pasa y de que no es inacabable. Aquellas personas que eligen llevar adelante algunas actividades o tareas, no todas, teniendo en cuenta la cantidad de horas disponibles, terminan logrando lo que se propusieron y de esta manera se sienten satisfechas pudiendo hacer un balance positivo de su fin de semana.

Otra de las cuestiones que afecta a una persona llegado el momento de enfrentarse al comienzo de la semana, es la demanda cultural. Por ejemplo, una mujer que se dedica a su profesión y siente que muchas veces deja de lado a la familia, se encuentra con que el final del domingo la enfrenta de nuevo con esa demanda laboral y profesional y es ahí donde piensa que está presa de su trabajo, que estaría mejor si pudiera dedicarse a su familia, y la insatisfacción se apodera de ella.

Y esta insatisfacción es en realidad un truco para no angustiarse, porque por lo general, las personas prefieren quejarse a responsabilizarse de sus propios deseos. Ser conciente de la angustia que genera, por ejemplo, ir a trabajar y dedicarse a su profesión, implica actuar en consecuencia, comenzar a pensar qué es lo que en realidad le gustaría a uno hacer y no está haciendo.

A su vez, también son los factores climáticos los que provocan un estado de ánimo particular. Durante el verano, la luz es más duradera y da la sensación de que el día es más largo, en cambio en invierno, a las seis de la tarde ya es de noche y no queda más que hacer la cena e irse a acostar. Y es en ese momento cuando el domingo se transforma en una pesadilla: faltan pocas horas para ir a trabajar, para llevar a los chicos al colegio, para ir a comprar, preparar la comida, ordenar, etc, y entonces reaparece la conflictiva pregunta: ¿qué hice para mí este fin de semana?.

Claves para transformar el domingo en un buen comienzo

Organizar un encuentro, cena o alguna actividad lúdica cuando cae la tarde de un domingo, es una de las opciones para no enfrentar solo este momento tan particular. Poder compartir tiempo y espacio con otras personas afianzando el lazo social, ayuda a darse cuenta de que a los otros también les pasan cosas y que hay distintas y nuevas alternativas para resolverlas.

Juntarse con amigos, familiares o conocidos un domingo es gratificante, provoca la sensación de que, si bien terminó el fin de semana, hubo actividad y el tiempo fue productivo.

Para las mamás que suelen sentir que no tienen tiempo para ellas mismas ni para organizarse como les gustaría, es positivo poder compartir momentos con otras madres que tienen chicos de la misma edad o que están en la misma etapa de crianza. Porque de esta manera sentirán que hay otra persona que está pasando por su misma situación y que no están solas en esto.

Si bien últimamente están en desuso sobre todo entre los adultos, las actividades lúdicas no han dejado de ser un espacio liberador, un momento de intercambio positivo y beneficioso. Por ende, organizar un encuentro para jugar también es otra manera de darle revancha a la angustia dominguera.

A su vez, pasear, hacer un picnic, pasar el atardecer frente al río, realizar actividades físicas al aire libre, u otras alternativas que impliquen salir de la casa, pueden darle al fin de semana un excelente cierre.

Lo ideal es aprender a adueñarse del propio tiempo y poder encontrarse con el verdadero deseo, qué es aquello que uno quiere realmente. Muchas veces esta tarea implica enfrentarse con una sensación de vacío y angustia y es en realidad esta sensación la que puede ayudar a encontrar una salida.

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