Datos personales

Caballito, Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
Prof. Lic. en Psicología (UBA). M.N. 43.722 Atención psicológica, presencial y virtual. myanigro@gmail.com 0116688-1894

BIBLIOGRAFIA

martes, 24 de agosto de 2010

Efectos secundarios de la psicoterapia

En artículos anteriores valoré los diferentes tipos de psicoterapia, en esta ocasión vamos a centrar la atención en los diferentes “efectos secundarios” de una intervención psicológica sobre el cliente y su entorno.

Lo esperable tras haber resuelto un malestar e incluso haber aprendido a manejar situaciones generadoras de bloqueo, es que tanto el paciente como su entorno se sientan bien con el resultado. La realidad es que no es siempre es así. A veces los cambios realizados por la persona tienen una influencia directa en quienes le rodean, y no siempre en la dirección que más conviene a todos. Alguien que acude a la consulta con el fin de suavizar síntomas de tristeza, desilusión e inseguridad, conforme avanza en su tratamiento, es decir, al alcanzar mayor capacidad para decidir y proponer alternativas, puede producir mayores conflictos con las personas que hasta el momento decidían por él en función de sus propias apetencias.

Interactuamos constantemente con las personas de nuestro entorno: trabajo, amigos, familia… nuestra actitud con ellos favorece que cada uno se ubique, aceptando un papel y generando unas expectativas. Un cambio brusco en la actitud de alguno de ellos, podría producir un acercamiento, pero también un distanciamiento: es posible, por ejemplo, que no le guste a la pareja de un paciente en tratamiento, que a partir de ahora las tareas de limpieza se repartan de forma diferente. El caso es que en muchas ocasiones hasta que no pasa un tiempo, ni el que aplica los cambios, ni el que recibe sus consecuencias conseguirán adaptarse y asumirlas. De este modo la pareja de alguien en tratamiento puede encontrarse como efecto secundario con la ruptura, si bien normalmente ésta será la consecuencia de un proceso de toma de decisión buscado por el propio cliente y nunca un consejo del psicólogo.

Con respecto al posible malestar del entorno, cabría mencionar que parte de él puede llegar a volcarse sobre el terapeuta, siendo que suelen culpar a éste de los cambios percibidos. Al fin y al cabo, antes del inicio del tratamiento las cosas es posible que no estuvieran bien, pero subjetivamente después pueden verse aún peor (con independencia del beneficio para el paciente). Este aspecto es uno de los que hace recomendable que no exista una relación previa con el cliente, y de haberla requerirá un manejo especial.

Otro efecto secundario puede ser que aún viendo racionalmente que el cambio en algún área es necesario para estar mejor, el paciente siente/teme que puede dejar de ser él mismo (el de siempre) si lo hace. Esta resistencia al cambio es especialmente frecuente en algunas personas cuando se plantean tomar algún psicofármaco. La realidad es que si se le da una oportunidad a la terapia, fácilmente puede comprobarse que la esencia de cómo es uno no se pierde nunca, lo que cambia es la vivencia negativa al haber podido reevaluar peligros, obligaciones y presiones, casi siempre tras haber aceptado y contrastado en la práctica nuevos puntos de vista.

Por último, debido a que la duración de una psicoterapia , puede generarse una relación de dependencia. Hasta cierto punto este hecho se considera normal, ya que todo lo que ayuda, alivia y genera bienestar tendemos a no querer abandonarlo, pero lo cierto es que el psicólogo a cargo de la intervención, conforme se acerque el final de la terapia, favorecerá la independencia y el progresivo distanciamiento de las sesiones a fin de demostrar que la persona es perfectamente capaz de afrontar por sí sola los nuevos retos planteados en su vida.

No hay comentarios:

Buscar este blog