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Caballito, Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
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BIBLIOGRAFIA

martes, 24 de agosto de 2010

Exigir Ser Feliz

En muchas ocasiones juzgamos el comportamiento de los demás. Los juicios se basan en un conjunto de reglas acerca de cómo debería o no debería actuar la gente.

Es posible encontrar serias diferencias entre cómo nos gustaría que actuasen los demás y cómo lo hacen realmente. Los demás no ven la realidad como uno mismo. Las personas no hacen lo que deben hacer, hacen los que les resulta reforzante y gratificante para ellas.


Simplificando el comportamiento complejo de una persona, podríamos decir que es igual a la fuerza de la necesidad menos la fuerza de la inhibición. O dicho de otra forma, para que finalmente una persona vaya o no a comprar una chocolatina a las dos de la madrugada a una tienda “24 horas”, dependerá del grado de intensidad del antojo (motivación), y de la pereza que le dé vestirse e ir a por ello (inhibición).

Cuando se exige que los demás se comporten de acuerdo a nuestras reglas, topamos con personas con historias personales muy diferentes a las nuestras. Es fácil que no estén de acuerdo con nuestras normas, y por lo tanto imponernos, puede ser un ejercicio inútil. Es posible que consigamos más, intentando aumentar la motivación y disminuyendo al máximo la inhibición que con cualquier otro método.

Según cómo evaluemos el comportamiento de los demás, podremos llegar a sentirnos. Pongamos que necesitamos que nuestro hijo vaya a por una barra de pan y éste se niega. Podemos, por supuesto, enfadarnos con él e incluso sentirnos realmente mal. Quizás habría que valorar también, que el grado de necesidad no justifica el cumplimiento de nuestros deseos. Es mucho más útil considerar qué le impide ir y si tiene algún tipo de motivación para hacerlo. De esta forma eliminamos nuestro malestar y es posible que consigamos que finalmente vaya. Realmente la lista de lo que uno tiene derecho es interminable. Es mejor rechazar el concepto y buscar las razones por las que los demás no ven las cosas como nosotros mismos.

Frases como: "Si me quisieras volverías antes", "Si me quisieras me ayudarías con esto". "Si fueras un verdadero amigo, te interesarías por mis problemas". Resumen otra idea que produce a la larga malestar y ansiedad. Cabría plantear: ¿es posible amar o cuidar a alguien y seguir sin satisfacer sus necesidades?. Las frases condicionales anteriores probablemente harán que la otra persona se sienta mal. Pero a largo plazo no estás reforzando que hagan lo que quieres. Los alejas más.

Si se culpabiliza mucho, se comienza a pintar el mundo de blanco y negro: las personas son buenas o malas, justas o injustas. Se acaba por no ver matices de gris. De esta manera pueden pasar desapercibidos comportamientos positivos de una persona, y se gana muchos puntos para estar tenso y agobiado constantemente por los demás.

Todos tenemos la capacidad para poder ser felices, pero a veces eso implica bastante esfuerzo para no dejarse llevar por pensamientos negativistas y etiquetadores. Hay que valorar qué es más importante, enfadarnos para intentar cambiar a los demás o entender a los demás para intentar cambiar lo que nos parezca necesario.

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