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Caballito, Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
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BIBLIOGRAFIA

viernes, 11 de septiembre de 2009

Protagonistas

Resentimiento, temor, culpa. La culpa se instala en el proceso de divorcio: provocar el dolor en el otro, en aquel que quiso privar de un padre o una madre cotidianos a los hijos desmadejan hilos de culpa que van y vienen. Si entendemos que una familia es una construcción de dos, aún con pesar, debemos acostumbrarnos a pensar en responsabilidades compartidas y no en culpas.

Las culpas y el enojo pueden enfrentarnos a sentimientos de poca valía, hundirnos en pozos de los que ignoramos cómo salir; aterrorizarnos ante la posibilidad de nuevos vínculos.

Pero hay maneras sociales de encarar la idea de un mejor divorcio: existen en muchos lugares grupos de personas que han atravesado la experiencia y que trabajan para demostrarse las posibilidades de reconstrucción; orientaciones terapéuticas especializadas para que el desenlace sea lo menos traumático posible. Hay grupos para padres, grupos para hijos, grupos para familia extendida. Hay instituciones escolares que tienen montada una red de apoyo en situaciones complejas para los hijos, instituciones religiosas, etc. Todas son maneras válidas y recomendables para prevenir futuros efectos nocivos.

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