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viernes, 11 de septiembre de 2009

Los cuentos de hadas desde el psicoanálisis


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LOS CUENTOS DE HADAS DESDE EL PSICOANÁLISIS

"El sentido más profundo reside en los cuentos de hadas que me contaron en mi infancia, más que en la realidad que la vida me ha enseñado".

Los cuentos de hadas son fuente inestimable de placer estético y de apoyo moral y emocional para la niñez.

Para que una historia mantenga de verdad la atención del niño, ha de divertirle y excitar su curiosidad. Pero, para enriquecer su vida, ha de estimular su imaginación, ayudarle a desarrollar su intelecto y a clarificar sus emociones; ha de estar de acuerdo con sus ansiedades y aspiraciones; hacerle reconocer plenamente sus dificultades, al mismo tiempo que le sugiere soluciones a los problemas que le inquietan. Resumiendo, debe estar relacionada con todos los aspectos de su personalidad al mismo tiempo; y esto dando pleno crédito a la seriedad de los conflictos del niño, sin disminuirlos en absoluto, y estimulando, simultáneamente, su confianza en sí mismo y en su futuro.

Por otra parte, en toda la "literatura infantil" no hay nada que enriquezca y satisfaga tanto al niño y al adulto como los cuentos populares de hadas! En realidad, a nivel manifiesto, estos cuentos enseñan bien poco sobre las condiciones específicas de vida en la moderna sociedad de masas; estos relatos fueron creados mucho antes de que esta empezara a existir. Sin embargo, de ellos se puede aprender mucho más sobre los problemas internos de los seres humanos, y sobre las soluciones correctas a sus dificultades en cualquier sociedad.

Aplicando el modelo psicoanalítico de personalidad humana, los cuentos aportan importantes mensajes del consciente, preconsciente e inconsciente. Al hacer referencia a los problemas humanos universales, especialmente aquellos que preocupan a la mente del niño, estas historias hablan a su pequeño yo en formación y estimular su desarrollo, mientras que al mismo tiempo liberan al preconsciente y al inconsciente de sus pulsiones. A medida que las historias se van descifrando, dan crédito consciente y cuerpo a las pulsiones del ello y muestran los distintos modos de satisfacerlas, de acuerdo con las exigencias del yo y del super-yo.

El mensaje que los cuentos de hadas transmiten a los niños es que la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana; pero si uno no huye, sino que se enfrenta a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llega a dominar todos los obstáculos.

En estos cuentos el mal está omnipresente al igual que la bondad. Esta dualidad plantea un problema moral y exige una dura batalla para lograr resolverlo.

El pequeño se identifica con el héroe por sí solo (es quien provoca su simpatía), y las luchas internas y externas de éste imprimen en él la huella de la moralidad.

Los cuentos dejan que el niño imagina cómo puede aplicar a sí mismo lo que la historia le revela sobre la vida y la naturaleza humana.

Tal como Piaget afirma, el pensamiento del pequeño sigue siendo animista hasta la pubertad, como ocurre con los objetos de estos cuentos.

El niño no posee aún el pensamiento abstracto, por lo cual puede obtener seguridad si tiene la convicción de que comprende ahora lo que antes le contrariaba. Por ello, es importante recordar que tan sólo resultan convincentes los razonamientos que son inteligibles en términos del conocimiento y preocupaciones emocionales del niño.

Un chico que ha aprendido, gracias a estos cuentos populares, que lo que al principio parecía un personaje repulsivo y amenazador puede convertirse mágicamente en un buen amigo está preparado para suponer que un niño extraño, al que teme, puede pasar a ser un compañero deseable en vez de parecer una amenaza. El hecho de creer en la "verdad" del cuento de hadas le da valor para no dejarse acobardar por la forma en que esta persona extraña se le aparece al principio.

Cuando recuerda que el héroe de numerosos cuentos triunfa en la vida por atreverse a proteger a una figura aparentemente desagradable, el niño cree que también a él puede sucederle este hecho mágico.

En los cuentos populares son necesarias las asociaciones del niño (psicoanálisis) para que la historia adquiera su máxima importancia a nivel personal.

Otro aspecto a considerar es que un cuento pierde gran parte de su significado personal cuando se da cuerpo a sus personajes y acontecimientos, no a través de la imaginación del pequeño, sino de la del dibujante. Los detalles concretos, procedentes de su vida particular, con los que la mente del oyente ilustra una historia que lee o que se le cuenta, hacen de la historia una experiencia mucho más personal.

El ejemplo de los cuentos de hadas proporciona la seguridad de que el niño recibirá ayuda en los esfuerzos que realiza en el mundo externo, y de que el éxito eventual recompensará sus esfuerzos. Al mismo tiempo, el cuento pone énfasis en que estos hechos ocurrieron érase una vez, en tierras lejanas, y deja claro que ofrece una esperanza, y no unas descripciones realistas de cómo es el mundo aquí y ahora.

El cuento de hadas tiene, además, otras características que pueden ayudar al niño a resolver los conflictos edípicos.

Las madres no pueden aceptar los deseos de los hijos de eliminar a papá y casarse con mamá; en cambio, pueden participar encantadas en la fantasía del hijo como vencedor del dragón y poseedor de la bella princesa. De la misma manera, una madre puede estimular las fantasías de su hija en cuanto al príncipe azul que irá a buscarla, ayudándola así a creer en un final feliz a pesar de la desilusión actual. Con ello, lejos de perder a la madre a causa de la relación edípica con el padre, la hija se da cuenta de que la madre, no sólo aprueba sus deseos ocultos, sino que además espera que se cumplan.

La tarea de aprendizaje del niño consiste, precisamente, en tomar decisiones en cuento a su propio progreso, en el momento oportuno, y en el lugar que él escoja. El cuento de hadas le ayuda en este proceso porque no sólo le da indicaciones; nunca sugiere ni exige nada. En ellos, todo se expresa de manera implícita y simbólica: cuáles deben ser las tareas de cada edad; cómo se han de tratar los sentimientos ambivalentes hacia los padres; cómo puede dominarse este cúmulo de emociones. También se advierte al pequeño sobre los obstáculos con los que puede encontrarse y, al mismo tiempo, evitar, prometiéndole siempre un final feliz.

Estos cuentos ofrecen al niño la certidumbre de que algún día llegará a conquistar un reino. Aunque al pequeño le cueste imaginárselo o no pueda creerlo, el relato le asegura que fuerzas mágicas acudirán en su ayuda.. esto reaviva una esperanza que, sin esta fantasía, se extinguiría al contacto con la cruda realidad. Como el cuento de hadas promete al niño el tipo de victoria que anhela, es mucho más convincente, desde el punto de vista psicológico, que ninguna otra historia "realista".

Para desarrollar al máximo sus cualidades de alivio, sus significados simbólicos y, por encima de todo, sus significados interpersonales, es preferible contar un cuento antes que leerlo. Si así se hace, el lector debe vincularse emocionalmente, tanto con la historia como con el niño, sintonizando empáticamente con lo que la historia puede significar para el pequeño. Explicar cuentos es mejor que leerlos porque permite una mayor flexibilidad.

Nunca se deben "explicar" al niño los significados de los cuentos. Sin embargo, es importante que el narrador comprenda el mensaje que el cuento transmite a la mente preconsciente del pequeño. La comprensión de los diversos niveles, de significado del cuento por parte del narrador hace posible que el niño extraiga del relato la clave para entenderse mejor a sí mismo. Se aumenta así, la sensibilidad del adulto para seleccionar los cuentos más apropiados al estadio del desarrollo del niño y a las dificultades psicológicas a las que se enfrenta en un momento dado.

Todo cuento de hadas es un espejo mágico que refleja algunos aspectos de nuestro mundo interno y de las etapas necesarias para pasar de la inmadurez a la madurez total.


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