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sábado, 9 de enero de 2010

Psicoterapia: mitos, prejuicios y algo más…

Frecuentemente vemos cómo ciertos mitos y prejuicios sobre la psicología y los psicólogos demoran la decisión de acudir a una consulta o incluso pueden llevar a una persona a acostumbrarse a un estado de malestar y a no pedir ayuda profesional hasta que se llega a un punto crucial en donde ya se ven afectadas varias áreas de su vida.

Otras veces, se concurre a la consulta con ciertos temores y expectativas que no se adaptan del todo a la realidad, perjudicando el proceso terapéutico y la motivación de la persona para realizar un cambio.

También, vemos que un tratamiento psicoterapéutico anterior que no logró resolver los problemas o no se adaptó a las necesidades de la persona puede ser un obstáculo a la hora de realizar otra consulta. En estas ocasiones, muchas veces se piensa que todas las terapias son iguales, en lugar de evaluar la posibilidad de que "esa terapia" no era para nosotros.

A continuación, se mencionarán algunos mitos, prejuicios y distorsiones de la psicología y de la labor profesional de los psicólogos:

"Yo no estoy loco, no necesito un psicólogo"

Esta construcción social acerca de la asociación locura-psicólogo está basada en el desconocimiento de la práctica psicoterapéutica y el miedo a ser socialmente etiquetado como "loco". Lo cierto es que cualquier persona, en algún momento de su vida, puede sentir la necesidad de realizar una consulta con un profesional por motivos concretos, motivos generales o incluso por un malestar cuyo motivo le resulta incierto.

Aunque en ciertos sectores sociales este prejuicio aún perdura, afortunadamente está bastante superado gracias a que, hoy en día, hay un mayor conocimiento del trabajo que realizamos los psicólogos.

"Yo puedo resolverlo solo"

Esta creencia muchas veces funciona como obstáculo para pedir ayuda y está relacionada con nuestra dificultad para reconocer que a veces no podemos solos con determinada situación. Según este prejuicio, ir a un psicólogo significaría reconocerse débil e incapaz para resolver las dificultades que nos presenta la vida. Pero no es malo ni vergonzoso considerar que necesitamos ayuda, ni tampoco es algo que vayamos a hacer de por vida, como tampoco lo es recurrir a un dentista, abogado u otro profesional. Lo malo no es tener problemas, sino dejarlos estar y no darles la solución correcta a tiempo. Muchas veces, también pensamos que el tiempo lo cura todo "como por arte de magia", pero en realidad el efecto es contraproducente ya que, si negamos los problemas o no hablamos de ellos, el tiempo lo único que hará será acrecentarlos y agravarlos.

En cambio, si nos permitimos reconocer que tenemos ciertas dificultades para abordar solos determinada situación y buscamos ayuda profesional, podremos trabajar con ello y adquirir un aprendizaje que nos servirá para manejarnos de una forma más efectiva en el futuro.

"Voy al psicólogo para que me cure"

Una distorsión muy frecuente de la labor psicoterapéutica es la que sostiene la idea de que sólo con comentarle al psicólogo lo que nos pasa se solucionan los problemas. Esta idea de la psicoterapia supone que la misma es un tratamiento que los pacientes reciben del terapeuta pasivamente, como ir al médico y que nos receten un medicamento, poniendo toda la responsabilidad en el profesional. Por el contrario, la terapia implica un trabajo conjunto entre terapeuta y consultante a fin de poder encontrar soluciones más adaptativas a los problemas que presenta la persona. Si la persona no se compromete con el proceso terapéutico, dejando todo en las manos del terapeuta, difícilmente se pueda lograr un cambio.

"¿Por qué tengo que contarle mis problemas a un psicólogo si están mis amigos y familiares?"

Hay veces en la vida en que los amigos o familiares pueden brindarnos su ayuda para resolver ciertos problemas, pero cuando no logramos solucionarlos y el malestar se acrecienta, se debe evaluar la posibilidad de realizar una consulta a un profesional que nos ayude a descubrir nuevas alternativas para superar estos problemas.

Muchas personas suponen que un psicólogo no podrá ayudarlos porque no conoce los pormenores de su vida y la situación problemática como un familiar o un amigo. Sin embargo, muchas veces comprobamos que solicitar ayuda a personas cercanas puede no ser suficiente, y no por falta de interés o cariño, sino porque la cercanía obstaculiza una visión más objetiva o imparcial de las situaciones. Además, en ciertas ocasiones podría empeorar la situación en la medida en que determinados comentarios y prejuicios carentes de objetividad de parte de aquellas personas en quienes confiamos pueden dañar aun más a la persona por el peso emocional que tiene la relación. Escuchar un "sos esto o sos lo otro" o "tenés que hacer esto o lo otro" de parte de alguien cercano, que suponemos que nos conoce, entiende y contiene, a veces produce más daño, contribuye a mantener el problema en lugar de solucionarlo y finalmente termina por poner un rótulo a la persona del cual le costará aún más desprenderse.

Por el contrario, un terapeuta escuchará y orientará a la persona desde otro lugar, será más objetivo y no emitirá juicios de valor. Además no es necesario que el profesional conozca hasta el último detalle de la historia del consultante para poder ayudar a solucionar una situación, ya que no indaga a nivel de los contenidos de la vida de las personas, sino que observa los procesos y devela las reglas de juego que sostienen el problema, más allá de los hechos puntuales

"La terapia es infinita y crea dependencia con el psicólogo"

Muchas personas temen que la terapia no llegue nunca a su fin y que esto genere una dependencia con el psicólogo. Este prejuicio se basa en el hecho de que la duración aproximada de ciertas terapias no está delimitada y el paciente puede estar en tratamiento durante muchos años. Lo cierto es que todavía existen terapias de este tipo, pero tenemos que saber que hay muchas otras cuyos tiempos son más cortos y fomentan en la persona la independencia del tratamiento, hasta llegar al momento del alta.

En definitiva, estas distorsiones y mitos mencionados muchas veces pueden funcionar como obstáculo a la hora de solicitar ayuda psicológica. Pero es preciso recalcar que en ningún caso hacer psicoterapia implica ser débil o tener una incapacidad ni mucho menos estar loco, sino más bien todo lo contrario; solicitar ayuda profesional es un recurso muy valiente e inteligente que todos podemos utilizar en momentos cruciales, para buscar lo mejor para nosotros mismos y no resignarnos a vivir de cualquier manera. Una psicoterapia nos fortalece en la medida en que podemos lograr un mayor grado de consciencia de las limitaciones propias que todos tenemos como seres humanos que somos, y para incrementar nuestro autoconocimiento y movilizarnos hacia cambios positivos.

Por último, también es importante saber que, dada la variedad de terapias y estilos terapéuticos que existen hoy en psicología, no siempre encontraremos la ayuda que se adapte a nuestras necesidades en el primer lugar al que acudamos. No todas las terapias ni todos los estilos terapéuticos de los profesionales funcionan para todas las personas. Lo importante es encontrar un espacio en donde nos sintamos cómodos y motivados para trabajar junto con el terapeuta, y en donde sintamos que vamos adquiriendo y desarrollando habilidades que nos permiten lograr cambios y encontrar soluciones más adaptativas a los problemas que se nos presentan, fomentando nuestro crecimiento personal y nuestra autonomía; de lo contrario, en una terapia que no se adapta a nuestras necesidades, difícilmente nos sentiremos motivados para producir un verdadero cambio.

LIC. CORTI

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