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BIBLIOGRAFIA

jueves, 19 de agosto de 2010

Crisis de la mediana edad. Estrategias para la segunda mitad de la vida

Entre los 40 y los 50 la conciencia de la llegada de la mediana edad aparece. Es una etapa de replanteos, sentimientos de pérdida, necesidades de nuevos proyectos y evaluaciones sobre el tiempo transcurrido que determinarán cómo transitar la segunda mitad de la vida.

La mediana edad de la vida es una etapa que se sitúa aproximadamente entre los 40 y 65 años. Los especialistas afirman que no está sujeta a un tiempo cronológico sino a procesos psicológicos que la acompañan y que no necesariamente deben ser traumáticos. En ocasiones, puede presentarse como una crisis, un momento en el que prevalecen sentimientos de ansiedad o depresión. En otras, puede vivirse como una transición, un hecho esperable dentro de los ciclos vitales, un tiempo de reflexión y evaluación que produzca cambios hacia una nueva etapa.

Generalmente, es el momento de la vida en donde se evalúa “cómo llegué hasta acá y qué hago de aquí en adelante”. Si los hijos son adolescentes, muchas veces, jaquean a los padres con cuestionamientos que empujan a replanteos. Si crecieron lo suficiente para dejar el nido vacío, ¿en qué ocuparse ahora?

En tanto, se ve envejecer a los padres como espejo ineludible del paso del tiempo y surge el temor a la vejez y al propio deterioro. Comienza a aparecer la idea de que la muerte no es sólo la de los otros y que ya no queda “toda” la vida por delante.

Es en esta edad intermedia cuando se revisan sueños que alguna vez formaron parte de un proyecto de futuro y que, puestos en perspectiva, la realidad puede convertirlos en promesas incumplidas. En el trayecto, pueden haber quedado carreras inconclusas, viajes postergados, elecciones condicionadas por diversos motivos, matrimonios rotos o parejas sostenidas sólo por los hijos.

Desde lo biológico, el descenso de la producción hormonal, en especial de los estrógenos, preanuncia la menopausia y marca el fin de la fertilidad. En el cuerpo se empiezan a advertir los signos del envejecimiento; la piel pierde elasticidad y lozanía y las arrugas y canas proliferan rápidamente. La nueva figura corporal, a menudo confrontada con el ideal de belleza física que predomina socialmente, genera insatisfacción.

Miradas y estrategias

Ante esta crisis, no todas las personas reaccionan de la misma manera. En algunas, prevalece el sentimiento de pérdida: la belleza, la sexualidad y aún los hijos se fueron con la juventud. La baja de la autoestima, la sensación de vacío, el aislamiento y hasta la depresión son los síntomas que predominan en esa situación.

En otros casos, se tratará de negar el paso del tiempo con excesivas cirugías, largas sesiones en el gimnasio y adoptando modelos de la cultura adolescente. Y hay quienes podrán encontrar en ese momento de crisis un sentido de oportunidad, una mirada positiva, despojada de mandatos sociales y que permita planificar una nueva etapa de la vida.

Si hace décadas el destino seguro al rondar los cincuenta era esperar que trajeran a los nietos, la prolongación de la vida extendió más el tiempo entre la madurez y la vejez y los avances médicos permiten transitar ese tiempo en un mejor estado físico y psíquico.

Algunas estrategias pueden ayudar a sobrellevar esta etapa y generar una mirada más de cambio y renovación que de crisis e inmovilidad:

* Revalorizar las condiciones de ese momento de la vida: más tiempo libre, menos preocupaciones en cuanto a la sexualidad reproductiva y más posibilidades de concretar nuevos proyectos o retomar los postergados.
* Ponerse en contacto con los propios deseos, pensar un plan de vida y disfrutar del nuevo tiempo.
* Intercambiar las expectativas que se tienen para la nueva etapa con la pareja, familia y amigos.
* Transitar ese tiempo como una oportunidad para cambiar, crecer o modificar lo que no nos satisface.
* Concentrarse en lo que se está ganando y no en lo que se está perdiendo.
* Reconocer y aceptar las transformaciones de la propia imagen y no atarse a los estereotipos de belleza asociados a la juventud.
* No quedar atrapado en modelos de envejecimiento del pasado.
* Aceptar desafíos que le den un nuevo sentido a la vida.
* Buscar nuevos intereses que amplíen el propio mundo.
* Mantenerse en actividad, tanto físicamente como socialmente. Cuidar el cuerpo y propiciar los vínculos sociales.

Repensarse, reactualizar ideales y proyectos, sentir que algo comienza y no que termina puede ser la clave para transitar plenamente la segunda mitad de la vida.

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